Apre(h)ender des del corazón: intento de una mirada restaurativa

Apre(h)ender des del corazón: intento de una mirada restaurativa

Ya hacía tiempo que tenía ganas de escribir, para ti, para mí, para nosotros, hombres, hermanos.
La llamada hace su eco y con paciencia nos brinda el tiempo y el respeto para ser escuchada; cuándo sea nuestro momento, la podremos integrar y compartir para poder transformar. Así que si este es tu momento, hermano, deja de resistirte; estamos aquí para ayudarnos a digerir.
Resuenan vientos agitados de cambio. De estos que vienen y van, de estos que no te los esperas y te hace temblar tus cimientos, de los que te hacen reaccionar con rabia, de estos que te traspasan el alma, de estos que te acarician y te estremecen, de los que vienen por el horizonte de la derecha… viento, viento, viento que aún así no es capaz de apagar tu fuego.
A veces son tiempos donde aquella misma agua que lo aclaraba, ahora lo ahoga. Por mucho que deje la intención en el fluir del río no soy capaz de hacerla volver a mí con luminiscencia.
Cambios forjados a puro fuego desde hace décadas, desde las entrañas de Gaia y de todas nuestras generaciones, de lo femenino, de lo feminista, de lo que nos da la vida.
Desde la opresión sólo queda organización y, por supuesto, teorías prácticas para la libertad y la igualdad. ¡Suerte de ellas!
¿Y nosotros, los hombres, lo masculino? Qué este espacio digno, humilde y honrado que cedo, no sea el significado de mi oportunidad para dejar de crecer con amor. Qué no sea la excusa para redimirme a la no aceptación íntegra entre mi mente, cuerpo, emoción y alma. Qué la luz nos muestre el camino desde el interior hacia afuera. Que lo masculino salga con amor y respeto para hacer mejor nuestras relaciones.

Podría ser que nos sintiéramos perdidos, ahondando en la búsqueda de los límites: entre lo qué está bien y lo qué está mal. No es tarea cómoda ya que estas demarcaciones entre géneros se han perdido, en gran parte porque la mitad de nuestra población ha tenido que luchar para salvaguardar su vida. ¿Y realmente queremos seguir enfocando nuestro trabajo desde la moralidad?
Es momento, entonces, de aprovechar esta catarsis para jugar con lo intrépido. Hacer frente a la inseguridad, a la inacción y a lo inexpresivo para poder llegar al equilibrio con lo femenino y poder llegar a la mutua receptividad. Qué importante seria poder desenmascarar al poder que se muestra con ira. Demasiadas heridas abiertas tenemos que precisan de curación; ¿dónde la buscamos? Podríamos empezar por enfocar
nuestras inseguridades, seguro que tienen muchos conocimientos con ganas de ser compartidos. ¡Nosotros somos la llave!
Este tiempo en el qué la veleta repica en todas direcciones, donde la radicalidad hace emerger los egos y el desamor, nos hace sentir piratas en mala mar. Nos estamos alejando, aunque quizás esta distancia es necesaria para poder sanar, perdonar, no culpabilizar, no juzgar… quizás es más mi anhelo de que nos volvamos a encontrar pronto. ¿Cuándo sabré qué estamos todos preparados?
Los hombres corremos el peligro de seguir jugando con nuestra virilidad mal aprendida que nos puede distraer en poner demasiada atención hacia al mundo externo y esto puede que nos provoque la necesidad y la dependencia de seguir provocando dolor para volver a ser reconocidos, útiles y funcionales en esta sociedad, y así, quedar justo en el mismo instante del círculo donde ya nos volvimos a perder para volverlo a repetir
sin responsabilidad ni aprendizaje; ¿quizás debamos emprender nuevos caminos? Este mundo está llamado a ser salvado con las buenas prácticas, de esas que son palpables, y sobretodo pretende escuchar el reconocimiento del dolor provocado desde hace muchas y muchas generaciones y, hermanos, desde el perdón y la (auto)aceptación (en
soledad y en tribu) seguro que volverá el: sentirse valorado, ahora sí, pudiendo emprender el camino en otro instante, rompiendo las cadenas del círculo vicioso y de la siembra sin amor.
Así que hombre, tú qué te sientes invocado para sanar desde el corazón, acude con tu Ser para que juntos podamos traspasar nuestras limitaciones y podamos emprender el hermoso camino del ser hombre, con presencia y amor.


Bernat Puig